Cómo elegir un calzado adecuado y prevenir el frío en invierno

Con la llegada del invierno uno de los inconvenientes más comunes que podemos sufrir es el frío en los pies a la hora de montar en bicicleta. Es un problema muy común pero fácil de solucionar, aunque para ello hay que detectar el origen del mismo.

Muchas veces esta situación es por la elección de una zapatilla errónea. Cuando compramos una zapatilla, tanto si es para pedales automáticos como para pedales normales tenemos que fijarnos en estos aspectos:

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  1. Forma de la horma: si es ancha o estrecha en función de nuestro pie
  2. Sistemas de ventilación y evacuación del sudor adecuados
  3. Costuras internas que están adecuadamente protegidas de la lluvia
  4. Flexión de la zapatilla y rigidez en la suela (las zapatillas con suela de carbono, garantizan éstos dos aspectos aunque su precio se dispara)
  5. Sistema de cordaje que sujete no sólo el empeine, si no, también la zona del talón
  6. Con calzado para pedales automáticos que la talla sea siempre un número más del que se usa normalmente ya que este es rígido y nuestros pies se dilatan y amplían su tamaño

Cuando nos ponemos de pie sobre la bici, la tendencia del pie es de ir hacia delante. Justo en éste momento es cuando solemos saber si hemos elegido bien el número de la zapatilla.

Aspectos como la estética, el color y el precio… van a ser probablemente, lo que nos haga decantarnos por una zapatilla u otra pero, son aspectos secundarios a la hora de pedalear. Y ahora bien, hemos elegido la zapatilla correctamente pero, seguimos teniendo problemas de frío en los pies…Vamos a dejar de lado el aspecto circulatorio que influirá en personas de más avanzada edad, con problemas circulatorios y aspectos patológicos del pie como pies excesivamente cavos o planos que tienen unas necesidades específicas. La primera medida pasa por utilizar calcetines específicos de invierno.

Bicihome pie

El pie del ser humano está diseñado para andar descalzo y esa estimulación natural de estar en contacto con el suelo, hace que desarrollemos una capa en la suela del pie que protege de impactos y aisla del frío y del calor. En la sociedad en la que vivimos, donde utilizamos zapatos desde nuestro nacimiento, ésta “capa protectora” no se desarrolla y eso repercute en todas nuestras actividades. Como norma general, nuestra suela del pie no tiene suficiente “capa protectora” y puede ocurrir que en invierno no nos proporcione calor ni nos aisle de las bajas temperaturas, y esa sensación de frío hace que la circulación en miembros inferiores se vea perjudicada y que nuestros pies, a veces, lleguen a dormirse como mecanismo de defensa.

Si hemos elegido una zapatilla adecuada a nuestras necesidades y aún sufrimos esta sensación de frío aun llevando calzado y calcetines específicos, la mejor opción es visitar a un podólogo para que diagnostique si tenemos alguna patología en el pie y poder actuar sobre un aspecto concreto. La solución más habitual una vez llegados a este punto pasa por el uso de una plantilla a medida que estimule la circulación en la planta.

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