Todos con Perucha: la leyenda del ciclismo que se resiste al desahucio

Domingo Perucha fue un ciclista profesional español afincado en Suiza, de esos que compiten sin pena ni gloria por detrás de los grandes nombres. Una tarde de principios de la década de 1960, mientras tomaba algo en un bar, algún desaprensivo le robó la bicicleta. Entonces sólo las figuras destacadas o los ricos tenían varias. La de Perucha era su única bici y no tenía dinero para comprarse otra, por lo que se tuvo que retirar del ciclismo profesional. En ese momento deció que nunca más se quedará sin bicicleta. Si no puede comprarla, tendrá que construirla.

Aquí nace la leyenda de Perucha, el artesano de las dos ruedas más peculiar, respetado y hábil de Madrid, ahora recogida en el Documental y libro Ciclos Perucha, producido, dirigido y publicado por Produce Dentera con la intención de evitar el desalojo de su taller. Taller, sí, aunque Perucha sea mucho más que un mecánico. “Cuando el resto piensa que tienes que tirar tu bici y comprar otra, Perucha construye, repara o modifica la pieza que sea y comparte su conocimiento.

Ciclos Perucha, taller y tienda de bicis, estaba en un edificio construido en un solar que Perucha siempre creyó que le pertenecía, en el barrio de La Ventilla. En dicho solar estuvo la casa familiar edificada por su padre, arenero de oficio. La familia Perucha nunca pudo legalizarla porque un cacique local con buenos contactos en la administración franquista falsificó las escrituras para quedarse con los terrenos. Ellos siguieron viviendo allí convencidos de que algún día se haría justicia.

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Perucha frente a su taller okupado en Madrid

 

Las casas bajas de La Ventilla fueron expropiadas por el Instituto de la Vivienda de Madrid. Tras demolerlas, edificaron en su lugar varios edificios de seis plantas. El IVIMA reconoció a la familia Perucha como residente no propietaria; le dio la posibilidad de vivir en un piso de alquiler en el edificio contiguo, pero nada más. El 12 de febrero de 2003, Perucha fue desalojado de su taller de bicis. La policía vació su tienda y un grupo de operarios levantó una tapia delante de la puerta. Perucha lo okupó ya que sigue considerando dicha finca de su propiedad, aunque las acciones legales para serlo oficialmente están prescritas. El local nunca fue vendido, así que Perucha lo okupó y volvió a abrir su taller. Esta vez sin tienda, centrándose en lo que más le gusta: arreglar y enseñar a reparar bicis.

Para entonces, su habilidad con el torno, la lima y la soldadura, así como sus ganas de enseñar, corrían de boca en boca entre los nuevos colectivos de ciclistas urbanos aficionados a las fixies -bicicletas de piñón fijo- y a la filosofía punk del DIY -do it yourself, hazlo tú mismo-.

En su carrera ciclista, no alcanzó grandes logros, así que sus mayores éxitos deportivos los consiguió como mecánico y seleccionador; fue el constructor de tandems que ganaron medallas de oro en los Juegos Paralímpicos de Barcelona, Atlanta y Sidney. Además, reparó las bicicletas de ciclistas tan conocidos como Marino Lejarreta, Anselmo Fuertes o Félix García Casas.

Hace casi tres años el IVIMA intentó desahuciar de nuevo a Perucha. Fue entonces cuando un grupo de activistas de Produce Dentera, admiradores y amigos que se pusieron manos a la obra para evitarlo. Al fin y al cabo, algunos de ellos también eran okupas y sabían cómo ayudar. Hicieron un crowdfoundig con el que reunieron dinero suficiente para dar a conocer el caso a través del documental-libro y para contratar a un abogado. Varios recursos suspendieron el desahucio, pero el riesgo de desalojo no ha desaparecido. No hay fecha prevista para ello, podría ser en cualquier momento.

“Alguien le explicó a Perucha que no te pueden desalojar sin antes sacar todas tus cosas. Yo creo que por eso está construyendo el barco en su taller, para que no puedan sacar ni la embarcación, ni a él”, dice Henrick, uno de los jóvenes aprendices que aparecen en el documental. “Es como un barco dentro de una botella”, apunta Paco, otro de ellos. Efectivamente, Perucha, además de las bicis, tiene un velero de 12 metros de eslora a medio hacer dentro de su taller. “Lo fabrica con material reciclado” dice Kike, otro de los autores del documental, “el casco son persianas reutilizadas, el mástil es una farola, el esqueleto es un ensamblado de aluminio… Es un flipe, pero funciona”.

“No es el primer barco que hace con sus propias manos” cuenta Óscar, hijo de Perucha “ya construyó uno antes. Un rompehielos de doce toneladas de desplazamiento. El mérito no está en montar un barco por piezas en un espacio tan pequeño, sino en haberse inventado un soporte con un eje que gira 360 grados sobre el que está la nave. De esta forma, puede acceder desde el suelo a cualquier parte del casco o la cubierta”. ¿Y para sacarlo de ahí? “Pues ni idea, habrá que tirar las paredes”.

Fuente: El Confidencial.

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