Los montes, subidas y bajadas, que ha pedaleado los tres leoneses y el cántabro les han dado algún quebradero de cabeza. Por suerte, no ha habido que lamentar durante su viaje ningún incidente grave. «Solo hubo una caída de un compañero en una de las bajadas, pero no fue grave». Así comenta Fernando Lanero, uno de los Montaraces. «Llevábamos 33 kilómetros de bajada en el Cáucaso». Añade: «el cansancio y las temperaturas extremas son muy peligrosas, pueden hacer que en un despiste te caigas de la bici».

Los paisajes de los que han podido disfrutar son increíbles
En su llegada, el primer día, a Azerbaiyán, tuvieron que buscar una tienda donde reparar sus bicis. En el transporte del avión habían sido tratadas con poco cuidado y los frenos de una de las bicis se habían doblado. «Encontramos a un señor que se ofreció a repararlas y quedaron como nuevas».
Para los Montaraces, las etapas más duras han sido las del desierto. Las temperaturas «llegaban a 43º a las diez de la mañana». Por eso, procuraban salir de madrugada para evitar el calor. «Solíamos salir sobre las cinco y media de la mañana y, aunque teníamos pensado parar a la una, nunca lo hacíamos antes de las dos o tres de la tarde», relata.
La experiencia vivida por los aventureros, les ha llevado a conocer culturas muy distintas y tener que adaptarse a las circunstancias de cada zona que visitaban. «El alojamiento era en casas de familias que nos acogían, en los pueblos los niños se nos acercaban. En municipios de 30 o 40 habitantes éramos la novedad, en ciudades grandes estaban acostumbrados», describe Lanero.
«En una ocasión, teníamos una subida de 45 kilómetros, así que decidimos salir poco antes de las tres de la mañana, estaba oscuro, no se veía nada, estuvimos durante dos horas en absoluta oscuridad hasta que amaneció. Acabamos la etapa a las tres de la tarde», recuerda Lanero, quien también explica que esa decisión fue «para evitar las altas temperaturas durante la subida».
Un viaje que los ha puesto en contacto con culturas muy diferentes
Tras su llegada a León, Fernando y sus compañeros Montaraces ya se plantean su siguiente viaje. «Ya hemos visto el Cáucaso, los Cárpatos, ahora nos planteamos completarlo con los montes Urales», comenta el leonés Lanero.
Tras quince días recorriendo los caminos de la antigua ruta de la seda, los Montaraces resumen su viaje con una sola palabra «impresionante». Ahora los aventureros descansan hasta su próxima aventura en bici que quizás les lleve a surcar la brecha entre Europa y Asia.