En Irak no hay ninguna ley que prohíba que las mujeres monten en bici pero ninguna lo hace. No está bien visto entre la mayoría de hombres. Sin embargo, una biotecnóloga iraquí que ahora es artista ha desafiado esa ley no escrita. Su nombre es Marina Jaber y pasará a la historia como la mujer que ha roto esa norma. Todo comenzó cuando se planteó la pregunta: «¿Y qué pasa si lo hago?».
Según cuenta Marina, ella siempre quiso tener una bici roja, de hecho su primo, cuando se marchó del país a causa de la guerra del 2004, le regaló la suya. Pese a tratarse de un regalo, su abuelo nunca se la dió y la vendió. Las mujeres no montan en bici en Irak.
Pero un viaje a Londres con su prometido le brindó la oportunidad de montarse en una bicicleta roja como la de sus sueños. Pero la experiencia no fue como ella esperaba: «Por un lado me sentí feliz, muy orgullosa de mí misma conduciendo una bicicleta pero al mismo tiempo no me gustó ese sentimiento. Era solo una bici, debería sentirme así con cosas importantes, no eso, y me preguntaba por qué no podía hacer lo mismo en mi país, por qué no está permitido. ¿Realmente es algo que no se acepta o es que simplemente hemos dejado de hacer estas cosas?». Esa prohibición no recogida por las leyes había calado tan hondo en esta joven que sintió miedo al montar en bici, lo vio como si estuviese haciendo algo malo.
A su vuelta a Irak, en un seminario impartido por el artista alemán Fabian Knecht, surgió la idea de recorrer las calles de Bagdad en bicicleta. De esta manera obtendrían imágenes y vídeos de las reacciones de los ciudadanos al ver a una mujer encima de una bici. Este conjunto de obras se expuso en el Festival de Arte Independiente de Tarkib.

Obviamente la experiencia no fue del todo agradable para Marina. Perseguir esta meta le costó tener que mentir a su familia (sus hermanos y su padre nunca hubieran aceptado su iniciativa, según cuenta ella), comentarios desagradables, empujones, miradas acusadoras… Hasta tal punto llegó su inseguridad ante lo que hacía que se cuestionó si lo que estaba haciendo era necesario. Esa pregunta tuvo su respuesta cuando se topó con un soldado que cerraba una calle con vallas. El soldado al verla cogió la valla y le permitió el paso. En ese momento, Marina, se dio cuenta de que estaba haciendo lo correcto, estaba provocando una reacción que afectaría a las mujeres iraquíes y les haría rebelarse y luchar por sus derechos. De esta experiencia, según sus palabras aprendió que: «Una persona puede hacer cualquier cosa aunque esta no sea común. La gente tiene que acostumbrarse»
Su exposición tuvo tanto éxito que hubo una segunda muestra ampliada. Pero sus hermanos se enteraron y se tomaron el sentimiento de libertad que mueve a Marina como un ataque, y dejaron de hablarle.
Su acción tuvo una gran repercusión en redes sociales, recibió palabras de apoyo pero también ataques. No obstante descubrió la cobardía de las personas que la rodeaban. Muchos de sus conocidos aprovecharon las redes para burlarse de ella, expusieron opiniones en contra que no tuvieron el valor de verbalizar delante de ella. Marina montando en bici descubrió la independencia y la verdadera cara de muchos de sus amigos.
Pero ella se queda con los apoyos gracias a los cuales muchas chicas se han sentido arropadas y han decidido unirse a ella y montar en bici. Se reúnen y han hecho que Bagdad sea parecida a la ciudad que fue durante los 70, cuando era normal ver a mujeres montadas en bicicleta.
A día de hoy, Marina sigue montando en bicicleta y esta se ha convertido en su medio de transporte. Ha conseguido que el dueño de una cafetería instalara un aparcabicis cuando ella manifestó que era difícil dejar la bicicleta en la calle.
Marina, como muchas otras con diferentes gestos a favor de la mujer, ha iniciado una revolución. Muchas mujeres le han hecho llegar a «la chica de la bici» las situaciones miserables a las que se ven sometidas por hermanos, padres y maridos. Todas ellas demandan una solución. Por eso Marina se propone crear un refugio para mujeres maltratadas ya que, desgraciadamente, en Bagdad hay muchas mujeres que necesitan lugares seguros. Por eso, al igual que Marina se propuso montar en bici y lo consiguió, se ha propuesto ofrecer un lugar seguro a esas mujeres. Lo conseguirá.

Fuente: El Diario