Han pasado de pinchar las ruedas del autobús turístico a las de bicicletas de alquiler. La campaña de Arran, organización vinculada a la CUP, contra la masificación turística en Barcelona no se para y ayer miembros de la entidad de Poblenou difundieron un vídeo en el que se veía como atacaban bicis de una empresa dedicada a su alquiler y que estaban estacionadas en zonas de aparcamiento públicas. Los asaltantes pinchan las ruedas y colocan pegatinas.
Ayer, la portavoz de Arran, Laura Flores, no ha descartó nuevas acciones similares al ataque: «Nuestra política va más allá de estas acciones, pero también las incluye, por lo que no digo que ni que lo repetiremos ni que no. Actuaremos como creamos necesario en cada contexto». «Es una forma más de protesta, igual de legítima que las manifestaciones. Pone sobre la mesa que hacen falta muchas maneras de luchar contra el turismo masivo», ha añadido Flores, quien aseguró que la organización anticapitalista no prevé pagar los desperfectos ocasionados y que este tipo de acción no se enmarca en la violencia, sino en la autodefensa ante un turismo masivo.

La acción está relacionada con un ataque a un autobús turístico cerca de la parada del Camp Nou de Barcelona el pasado jueves por tres miembros de Arran encapuchados. La Generalitat estudia presentarse como acusación popular en el proceso judicial abierto por este asalto después de que Transports Metropolitans de Barcelona (TMB) denunciase ante el juzgado que el autobús sufrió daños por valor de 1.849, 24 euros, no sólo por las pintadas y las ruedas pinchadas sino porque el autobús no pudo dar servicio y tuvo que retirarse a la cochera.El conseller de Empresa, Santi Vila, afirmó que «la CUP se equivoca si no reprueba los hechos y lo hace muy mal. Perjudica muchísimo a la ciudad de Barcelona y a Cataluña y tampoco ayuda al procés, porque todo aquello que supongan actos de violencia no tiene nada que ver con la agenda del procés».
Pese a esto, la CUP afirmó que la acción debe entenderse como un «acto simbólico» y no como un ataque vandálico y mostraron su total apoyo a Arran ante «los intentos de criminalización por parte de personas y de partidos políticos».La formación antisistema instó al Ayuntamiento de Barcelona a «desarrollar políticas valientes que avancen hacia el descenso turístico» para «parar el capitalismo más feroz». En este sentido, la CUP rechaza que el Consistorio se persone como acusación contra Arran ya que los autobuses «están pagados con dinero público» pero sirven para «promocionar el turismo pese a la situación existente en los barrios», por lo que entienden que estas protestas «son imprescindibles teniendo en cuenta la situación actual».
La diputada de la CUP en el Parlament Mireia Boya ha defendido este martes los destrozos que miembros de Arran –organización juvenil con vínculos con la CUP– provocó en un bus turístico de Barcelona, y ha asegurado que el Gobierno catalán también provoca «violencia».
«Siempre nos pedís a nosotros que renunciemos a la violencia, cuando la violencia también la provoca el Govern», ha defendido en declaraciones a Rac1 recogidas por Europa Press. Boya ha cargado, por ejemplo, contra la «política neoliberal» que está impulsando el consejero de Empresa y Conocimiento, Santi Vila, y le ha pedido que la frene hasta después del referéndum, que es cuando caduca la alianza entre la CUP y JxSí. La ‘cupaire’ ha recordado que Arran no es la CUP, sino una organización con sus propios portavoces y órganos de decisión, pero ha defendido que los destrozos que provocaron son «una acción simbólica para denunciar el modelo turístico depredador en Barcelona».
Aunque TMB presentó ayer la denuncia el mismo día del ataque alertaron a los Mossos d’Esquadra. Sin embargo, el Ayuntamiento de Barcelona investigará por qué se tardaron 24 horas en saber del ataque que se produjo a un bus turístico el jueves de la semana pasada. «Yo recibo la información del ataque el viernes a última hora de la mañana. Más o menos 24 horas después de que pasara. No lo considero normal e investigaremos por qué tardamos tanto», explicó el concejal de Turismo del Ayuntamiento de Barcelona, Agustí Colom.
Fuente: El Mundo