Tras su escándalo de dopaje y la retirada de todos sus Tours de Francia, Livestrong tiene según los expertos los días contados: dos años y siete meses de vida con los fondos actuales para una empresa que consiguió que todo el planeta conociese la pulsera amarilla de Livestrong.
La Fundación Livestrong, anteriormente conocida como Fundación Lance Armstrong, fue creada por el entonces ciclista estadounidense para luchar contra el cáncer. Fundada después de superara un complicado cáncer de testículo diagnosticado en 1996 y se convirtiera en el más grande del ciclismo mundial, atrajo a grandes nombres de Hollywood y a la marca Nike para patrocinarla. Obtuvo de esta manera unos beneficios millonarios que se reinvirtieron en ayudar a familiares y personas afectadas por algún cáncer. Por aquel entonces Lance Armstrong era un ejemplo a seguir para millones de personas.
Han pasado varios meses después de hacerse oficial el dopaje del corredor, que permanece lejos de la fundación que creó y que cada vez menos gente quiere apoyar por ser imposible la separación entre Livestrong y Armstrong. Es una cuestión de imagen y de números. Las contribuciones bajaron hasta casi el 50% desde 2009.
Por eso Katherine McLane, vicepresidenta de la organización, cree que es el momento de distanciarse de los grandes nombres y centrarse en el día a día de la gente que padece la enfermedad. Por eso asegura que no han buscado una nueva cara reconocible que pueda reemplazar a Armstrong, ni cuentan con los grandes nombres de Hollywood que en su momento estuvieron apoyando. Nombres como Robin Williams y Ben Stiller, que antes donaban dinero y prestaban su imagen para la fundación, ahora ya no tienen nada ver.
El último golpe a Livestrong ha llegado desde Nike, que anunció a finales de mayo que dejará de fabricar cualquier material relacionado con la fundación a partir de 2014. Nadie, por muy noble que sea la causa que persigue Livestrong, quiere tener que ver con uno de los mayores escándalos de la historia del deporte.
