La revista económica The Economist ha publicado un artículo en el que explica, en términos económicos, el coste de los atascos en coche en cuatro países. La revista explica que las causas de los atascos son bien conocidas, y da lo mismo el lugar del mundo; en todas partes es lo mismo, y en todas partes los conductores tienden a enfadarse en los atascos. Entonces, ¿cuál es el coste económico de estar parado en un atasco?
El Centro de Investigaciones Económicas y Empresariales de Londres y una empresa de análisis de datos de tráfico (INRIX), han analizado el impacto económico en cuatro países: Francia, Alemania, Inglaterra y Estados Unidos. Para ello han medido tres variables para conocer el coste económico:
- La disminución de la productividad mientras se está en un atasco.
- Cómo los precios del transporte incrementan el coste de los bienes.
- El coste en carbono de los humos emitidos.
Con todo este estudio llevado a cabo, se ha llegado a la conclusión de que sólo durante el año 2013 el coste de estos cuatro países ha sido de un total de 200 billones de dólares, el 0.8% del PIB de estos países. Dos tercios del total de costes son el resultado de combustible malgastado en los atascos y el tiempo que se podría haber utilizado para realizar otras actividades productivas.
Sin embargo, hay grandes diferencias de costes entre los cuatro países anteriores. Mientras que en Estados Unidos el coste medio que tiene que soportar un conductor estadounidense es de $1.700, en Francia este mismo tipo de coste significa $2.500 para un conductor francés. Desglosando un poco más, en la ciudad de Los Angeles el tráfico es tan horrible que a un residente de esta ciudad le cuesta $6.000 estar parado en un atasco.
Solucionar los problemas de tráfico no es fácil. Construir más carreteras puede significar más coches, y vuelta a lo mismo. Y encima con más contaminación. No es de extrañar que cada vez más gente decida ir al trabajo en bicicleta, siempre que esta opción sea posible. Se ahorra dinero, se mejora la salud y las ciudades prosperan centrándose en las personas.
Fuente: The Economist.