En el año 2003, Barcelona se proclamaba como la ciudad pionera de todo el sur de Europa en poner a rodar un servicio de transporte basado en la tracción humana: el bicitaxi. El éxito fue abrumador y en el año 2008, la Expo de Zaragoza ofrecía como alternativa ecológica y de turismo, un servicio de bicitaxis para los habitantes y visitantes de la ciudad.
A día de hoy, ciudades como Barcelona cuentan con su propia página web de bicitaxis, donde se pueden alquilar o reservar tours para grupos. En el caso de Madrid, el Ayuntamiento no ve necesario este tipo de transporte y hay empresas que ven demasiados obstáculos para poner en marcha su funcionamiento, aunque algunas sí ofrecen alquiler de bicis y tours. Aun así se ha podido implementar este servicio en San Sebastián (Txita), en Málaga (Tricosol) y en Ibiza. Fuera de nuestras fronteras, estos triciclos son muy populares en ciudades europeas como Ámsterdam, Londres o Copenhague, y a nivel mundial en Tokio, Kioto, Beirut o Rijad. Su origen, que nos lleva al continente asiático, poco tenía que ver con el turismo.
En 1869, el reverendo Jonathan Scobie inventó en Japón un utensilio capaz de transportar personas. Este estadounidense trabajaba como misionero y siempre iba acompañado de su mujer, la cual sufría una enfermedad crónica que le impedía caminar. Primero, el reverendo ideó un asiento con dos ruedas acondicionado para ser empujado por alguien, un invento que se expandió por las grandes ciudades asiáticas, como medio de transporte señorial de la época. Años después, la bicicleta reemplazó los pies del hombre. Surgieron así los rickshaw.
En los últimos años, los bicitaxis se desarrollan sobre todo de cara al turismo. En 1995, nació la primera compañía de Nueva York y en 1998, llegaron al bohemio barrio londinense del Soho, donde se hicieron tan populares que dejaron al icono inglés del «black cab» en segundo plano. Berlín es otra de las ciudades que apuestan por este medio de transporte. En la capital alemana crearon la compañía Velotaxi, defendiendo sus beneficios ambientales en la ciudad y asociando al vehículo un sistema de publicidad. Esperemos que aún quede mucha historia por escribir sobre estos rickshaw.
Gerald Caspari, fundador de la compañía de bicitaxis barcelonesa Trixi, cuenta que una imagen de postguerra que llegó a sus manos hace once años, cuando este alemán luchaba por sacar a las calles de Barcelona estos triciclos ecológicos. “Esta fotografía antigua de un bicitaxi en Valencia me despierta mucha emoción”, cuenta.
“Hace once años, cuando trajimos el primer bicitaxi a España y nos metimos en la batalla con los ministerios en Madrid y las compañías de seguros para obtener los permisos y la homologación, un anciano de 80 años, el señor Bonet, vecino del barrio Gótico, me vino y me dijo delante del Hotel Meriden de Barcelona, en la calle Pintor Fortuny, ‘qué buena idea la de los bicitaxis, quedamos mañana aquí a la misma hora, tengo una sorpresa para ti que no esperas’.
“Al día siguiente, -continua-, el Señor Bonet me entregó una fotografía en blanco y negro. Sus palabras fueron: “Me quedan cuatro días en este mundo y quiero regalarte esta foto. El día que me vaya, mis hijos tiraran todo a la basura, pero tú te mereces esta foto, porque estás luchando por algo muy bueno para la ciudad de Barcelona”. El anciano no recordaba el año exacto de la foto, pero la situó en la postguerra, cuando viajó a Valencia con su novia.
Gerald siente emoción cuando mira esta fotografía del siglo pasado, un documento histórico que lleva siempre en su cartera, junto a su DNI. Cada vez que mira la imagen, recuerda las palabras del Señor Bonet “…Estas luchando por algo muy bueno para la ciudad» , y se le pone la piel de gallina.
Desde entonces, este alemán afincado en Barcelona no ha dejado de luchar por su proyecto, por sacar a las calles de su ciudad los bicitaxis, un transporte ecológico y sostenible.
